agosto 19, 2008

Puertas del tiempo

Hay lugares que conocemos bien, sabemos a qué se sienten, recordamos los olores, la temperatura, cómo se reparte el sol por la tarde y con suerte sus estrellas. Son, para no hacer el cuento largo, parte de nosotros, el sótano de la torre, que soporta y ayuda a seguir inventando. Solo que están en el recuerdo.

El pasillo de la casa de la infancia, el cuarto de tus primos, sus camas con bastones de latón. El coche del papá rumbo a las vacaciones, el abrazo de alguien que murió después, la risa de la maestra de música o la cama del primer gran amante, las sábanas claras con risas atrapadas. Hay espacios que fueron poblados y ahora son imposibles, ya no son. Hay espacios que pueden repoblarse en el presente. Y claro, conocer de vuelta algo tan bien conocido y tan desconocido causa estragos. Lindos estragos.

Me es fácil entender ahora a los extranjeros cuando vuelven de vacaciones a su país natal, nunca puedes regresar al mismo lugar. Pero cuando se trata de recuerdos claros, de lugares inmutables, el mundo se sacude. Busquen un lugar que conocieron en la infancia y vuelvan. Un lugar que siga como entonces. El parque en el que aprendieron a andar en bici, la casa de los abuelos, ese rincón que nadie más ocupaba. Las azoteas de la adolescencia en donde fumaban mota, el cachito de banqueta en el que platicaban con sus cuates. Busquen una Dart K como la de su primer novio, cómanse un helado del que le gustaba a su mejor amiga.

Flashback: nadie se baña dos veces en el mismo río. De pronto sale a flote la pregunta ¿sí soy esa persona? Y darse cuenta de todo lo que tiene que pasar, recordarse y olvidarse para configurarnos como personas es serio, es importante. Miles de nudos y cuerdas que se doblaron en algún momento, se anudaron en otro, se rompieron mas allá para volver a juntarse. Las variables, todo el tiempo nos definen. Y nos siguen definiendo.

agosto 06, 2008

Como diría la Montero:

¡A ver si ya me quito de pendejadas y me entrego al amorts!

¿Será?