octubre 31, 2006

Queridos personajes:

Xamirú

No he tenido tanto que decir. Me ha atacado la rutina, y de pronto las sorpresas. Descubro mundos pequeñitos que se me atraviesan. Extraño también mirar lo que escribes, aunque sea la última y no la de ahora. No me abandono, de eso estate seguro, me abandonaré probablemente el día en que responda otro tipo de llamados. Es solo que de pronto me hago más caso que de costumbre, y a lo demás. Descubrí, por ejemplo, que este blog nació de una necesidad que tuve de distraerme en "otras cosas". Y ahora otras cosas no son esto necesariamente, aunque note que me importa que salgan acá letritas y que esto signifique otras, muchas cosas más, muy lejanas de mi objetivo inicial.



Anónimo

Creo que alguno de estos viernes pude escuchar las historias que me ofreces gracias, sí, a la casualidad. Tal vez tenías otros cuentos que no he escuchado y, si ese es el caso, quiero la segunda historia (no entiendo muy bien porqué, si nunca me han gustado los finales y sí los suspensivos). De cualquier manera, creo que hubo más de mí que lo que leíste y más de tí que lo que dijiste. Fue lindo el espacio de la suerte, bonitas las palabras y sí, al otro día, reparé en que habían sido muchos pasos dados hacia otros lados los de la casualidad.


Me gusta la vida cada vez más. Me gusta la gente que está en mi vida y cómo se van transformando las circunstancias, los placeres, los caminos. Quiero no dejar de caminar. Y si eso me aleja de pronto de otros puntos ¡ni hablar! Para lo imprescindible siempre hay oportunidad de volver. Y si no, no era tan importante.

octubre 09, 2006

Capturados y captores

Las calles siguen con otros, la gente va y vuelve, como lo que nos importa. De pronto, cuando las cosas pasan tan deprisa, piensas en recurrir a los que están contigo. Así nomás se te olvida el "no más" y así de pronto, también, vuelven aquellos a los que te desacostumbraste a punta de pistola, los que olvidaste gota por gota. Así como si nada. El mundo es un lugar extraño. Mi mundo no tendría por qué ser normal.

Por arte de magia pasan cosas malas, cosas brillantes y confusiones, sin que pueda caber un movimiento evasor, sin un aviso. La vida sigue gritando que tiene el poder, aunque intentemos navegarla. Es más fácil y más rápido destruír que construír. Y no siempre es más fácil hacer lo más fácil, aunque suene re pendejo. El que destruye se pierde las noticias de las reconstrucciones en su ausencia. Se pierde la mitad, lo otro valioso, el complemento. Lo que otros viven y aprenden. Bah. Suficientes demoliciones, suficiente tristeza. Tristeza profunda, de pasados y de presentes, tristeza que llora futuros y llora a los demás. Tristeza que entiende, que se levanta sobre si misma, que muerde y es capaz de revertirse, pero que pesa. No sé que tanto es por los demás, hasta donde me duele la indolencia ajena, la facilidad con que otros hacen daño. ¿Qué pasa dentro de esas mentes, dentro de esos corazones? ¿Somos todos espadas de doble filo?

¿De verdad no puede quererse sin dañar, mejorar sin llevarse a los otros entre los rieles?

No quiero ser soporte de nadie nunca más. No sin una historia constructiva, sin el amor del intercambio. ¿No esperar nada? ¿quién puede hacer eso?

Nos vemos en el infierno, pues.

octubre 02, 2006

Frases tempranas 2006

Este año varias tormentas con arcoiris. Premisas. Frases. Miedo y una extraña sonrisita que solo se me quita cuando cierta persona se me acerca. O la acerco. Curiosamente cuando más ganas tengo de sonreír.

Calvino:

"Sólo después de haber conocido la superficie de las cosas -concluye- , se puede uno animar a buscar lo que hay debajo. Pero la superficie de las cosas es inagotable".

Grande ¿no? y resulta que, de vez en cuando, ni la superficie es suficiente. Quisiera ser un poco de miel, con amargura y sal. Quisiera ser todo para ofrecerlo todo. Pero ni toda yo soy suficiente a veces.


Otras, de mi "querido diario" (jaja):

He descubierto que cuando dañamos a los otros, de cualquier manera, el principal ofendido es el ofensor. Cuando causamos dolor, el dolor primero y de peor cicatriz es el propio. Queriendo o no. Intentando descubrir o no, con todos los vendajes que se pongan. La llaga, aunque no se sienta, está ahí, en algún lugar del que carga el arma. Doliendo, guardando pagarés.


Y, sobre la lealtad hacia los desconocidos:

¿Quién queriéndose jugaría a ser otra persona? ¿quién a ocupar un lugar en una historia inconclusa, fantasma? ¿qué mujer a estar con un hombre que tiene repartido el corazón? ¿quién a ser un motivo, no persona? Solo quien tenga una historia para creerse.

Cuento injusto, con quien sufra de por medio. Es decir, solo quien está dispuesto a hacerse daño. Y eso implica dañar a los demás. Pude estar con un hombre que ya no quería estar con su mujer, pero que tenía el corazón prometido. Pude estar con él a sabiendas de ese otro corazón en espera, ignorante de los latidos de mi corazón, de las punzadas de mis piernas y la sed de mi espalda. Ignorante de mis motivos, amando al acompañante aquel, amante no mío, aunque espejismo. Y no lo hice. Y eso, a fin de cuentas, fue un acto de respeto. Y no me arrepiento.



Para terminar, casi:

La mejor manera de vivir con amor, la mejor manera de recibir cariño es -hasta ahora y aunque suene a moraleja de separador- vivir amando. Amando lo que se pueda con todo lo que se pueda. Amar en el absurdo o en el susurro. Amar con favores pendejos y con trivialidades. No dejar de amar lo amable. Aunque a veces canse. Es mejor seguir a pesar de las cargas incomprensibles que convertir en odio el amor. Hay que exprimirlo como a una fruta. Como la última fruta con sed. y, si queda alguna duda, alguna gota, amar hasta la sequía. Y estar ahí para el amante que nos elige. Hasta que se marche todo signo de fertilidad. Hasta la certeza absoluta de no estar perdiendo algo valioso. Dentro de uno y el otro, en esa masa amorfa que se llama "nosotros".


¿Conclusión?

Feliz por amar como amo, tal vez más equivocada que todos. Queriendo exprimir las gotas, no cargar con dudas. Los chances deben ser tomados si son coherentes. Los caminos, hasta que se tenga la seguridad de que se está equivocado. Si se lucha, debe ser con toda la fuerza de la palabra, no replegándose ante el primer tropiezo de la fortuna, ni el segundo. Y al último regresar. No caer. A fin de cuentas sabremos cuál camino estaba equivocado. Tomar decisiones más altas y más nobles. Y, como cuerpos, en términos reduccionistas, no aceptar un amor a medias, ni ser amados por nuestro ser acostado. Amar y enamorar de pie. De frente. Con la palabra, la mirada. Nalgas hay muchas, escapes también. Amores sí, pero nunca cobardes, nunca mal contados o a cuentagotas. Ojos como los míos, mi voz, mis caras malas o las reacciones que tengo, de noche, cuando quiero abrazar a quien amo, no existen en otro lugar. Y están aquí. En espera de que alguien las comprenda antes de decirles adiós, de alguien que intente cansarse de la superficie.

Y, ya con esta me despido. La vida de ciudad es una farsa. Los días acelerados son una mentira. Se puede vivir, igual o mejor con menos prisa, haciendo más. Comprobado. La pregunta es ¿de verdad es TAN importante? Parecemos no poder vivir si no igualamos a los demás, esta absurda carrera por vivir peor me marea ¿y qué si pasa aquello tan espantoso? ¿qué es lo peor? Las preguntas son, a veces, salvavidas. Y prefiero reirme que morir de un infarto. Cansarme de ver, no de omitir todo para llegar a un punto determinado por la vida prefabricada que se lleva en la ciudad. ¿Tenemos que ser y reaccionar igual? ¿buscar todos las mismas cosas? No tiene sentido.

Pesado ¿no?