marzo 21, 2008

¿De que me enamoro?

"La palabra causa es un altar a un Dios desconocido"

William James

Está rudo, ¿no? Sentí, casi, como si tuviera que haber una foto mía con mi cálculo de variables junto a la cita. Lecciones que se encuentran leyendo otra cosa.

marzo 16, 2008

Que la perdones te pido por tu pasión dolorosa

Hace un par de semanas acompañé a mi madre a velar a su madre. Es decir, se murió la mujer que, sin serlo, fue mi abuela. Ni yo su nieta (nada de galletas, chocolate caliente o bufandas), un par de extrañas que con trabajo se hubieran reconocido en la calle. La única cosa familiar que pude encontrar en su casa fueron las cazuelas de barro colgadas con alambre de un muro azul, entre las plantas, en exteriores. Justo como en casa de mi madre. Y la parte humana de sus hijos, mis medios tíos que, ante la súbita falta de normalidad se ocupaban de cualquier cosa para no estar: las flores, el agua, hacer café, alimentar a los deudos.

Ahí, con todo lo desconocidos que son, fueron humanos, personas.

Mismas reacciones ante los abismos.

Descubrí con esto y el postsecret que el temor no es a estar solo, sino a ser vulnerable. Y es una paradoja notable. Aparece la lógica que faltaba en entender las relaciones humanas fallidas, o medio estructuradas en razones no tan románticas: el sexo, la "compatibilidad de patologías", el master and servant de los humanos. A veces se da, recibe a cambio y consigue una garantía de continuidad y seguridad. Se construyen complicidades. Paso a paso se apuestan las canicas por unidad, no se arriesga tanto, no se pierde tanto. Limita y parece "justa", pero no siempre deseamos darnos así. Hay quien quiere dar todo, o tres canicas a la vez, o no dar nada algunos días. Está bien, es espontáneo, franco. Hay dadores, hay receptores. Hay quien se casa con esa idea y se atemoriza ante dos canicas, hay quien nunca suelta la bolsa y aún así recibe. Hay quien no sale nunca del papel, y no juega nunca con un personaje que se le antoja, se queda con el traje que le protege, se guarda esperando una llave mágica o se queda como está.

Es menos complicado estar solo. Es mejor en muchos casos. La otredad es demasiado violenta, nos hace desconfiar cuando el otro sonríe, si una mano nos toca. ¿Y qué si me quedo en casa, dentro y fuera del mundo? ¿Y qué si no quiero construír, conocer, arriesgarme? ¿Y qué si deseo aunque no suceda nada?

¿Qué pasa con el otro si soy vulnerable? Parece que desnudarte y estar dispuesto es la cosa más horrible de este mundo. Y no. Cuando alguien se acerca parece que pregunta ¿Dejarías que te haga daño? -conóceme para evaluar si vale la pena- ¿Y qué si respondo que sí?

¿Qué pasa si doy sin garantía? Nada. Puedo recibir de vuelta o no ¿en dónde está el placer entonces? ¿De dónde sale la fascinación ante el otro?

En que puede no pasar y nos gustan los juegos, en que puedes saber dar, recibir y las cosas se vuelven un intercambio, nada que temer. Todo camina y a veces se detiene, no a la inversa. Nadie nació ni tiene la misión de dañar, las cosas pasan, la gente vuelve, se va, a veces cambia y camina en otras direcciones. Se puede decidir incluso no participar de la propia vida, dejar que las cosas fluyan, pasen, se conecten.

Es inevitable estar desnudo, nuestras corazas gritan verdades que cualquiera puede desentrañar. Hasta las entrañas, pues.

No pasa nada si se hace o no se hace. Estamos inmersos en una marea. Imposible no moverse con el exterior. Lo que hay que aprender es a dejar ir, no a recibir cosas, hay que entender que todo lo que esté fuera, por más cerca que esté no es parte de nosotros. Porque estamos rodeados, nos mojamos y basta existir para ocupar un lugar y formar parte de un entramado. Complejo o simple, pero una red. Es inevitable que usemos las palabras, los gestos, las cosas que hacen evidente cuánto nos importan los otros, cómo nos encanta ver, adivinar, imaginar y olvidar. Olvidarnos y recordarnos, rehacernos. Demasiado como para que al morir alguien ruege por tu perdón. Que nadie me perdone, ni siquiera creo en eso. Mi corazón late, mi boca funciona, quiero ver y puedo hacerlo. ¿Cuál es el problema con adoptar una u otra postura? ninguna. No pasa nada que no pase dentro.

Igual nunca voy a entenderlo todo y mi confusión inyecta al mundo que vivo con otros factores. El poder de la decisión y la ponderación de variables está sobrevaluado. La mera existencia nos impide pasar desapercibidos o mantenernos intactos. Brincando hacia el abismo o caminando con sombrilla, son solo maneras de practicar la vida.

Dejar hacer, dejar pasar es lo mismo que hacer y observar, impedir, alentar. No hay absolutos acá, no se cambia todo con un pequeño viraje de timón. No mas que la propia perspectiva. No somos tan poderosos, aunque nuestra manera de ver al mundo nos diga la única verdad a la que tenemos acceso hay que saber que también es una mentira, una parcialidad. Pero nuestra. Y puede no pasar nada mientras pasa todo.

marzo 04, 2008

Mi bolsa se comió el tema o parezco camionero ebrio

Fue grandioso, estaba en el España bailando gipsy punk al ritmo de la Polka Madre cuando se nos ocurrió el gran tema. Luego lo olvidamos, y en un esfuerzo mayúsculo -porque era buen tema- lo recordamos, escribí un papelito y lo guardé.

Buscándolo anoche encontré una cortesía de los girasoles porque me salió un cartón en la sopa, un talón de entrada a un museo, muchos tickets de libritos del domingo, una servilleta que usé para quitarme la grasa del pambazo de las manos, un pedazo de boleto de estacionamiento -en donde me regañó un profesional de higiene automotriz malhumorado- y el teléfono de un ligador sin talento. Todo menos mi tema. Como estaba contenta seguro era sobre amor bonito y/o las cosas del mundo que nos vuelven amorosos (la música, comer flan, sentir el sol, lo simple).


------ El tema ------

-She gets me- dice él.

Y lo escribe tan simple -She gets me- No se trata de la mujer más atractiva o yo, como lectora, no lo sé. ¿A qué huele? ¿Cómo se ríe? ¿Cuál es la textura de su piel? no lo sé. She gets him. Y el se enamora más allá de la sonrisa o los tacones. La importante es lo que el otro entiende de ti, cómo te interpreta y qué va causando esa historia en el intermedio. Las cosas que detonan el cariño están por todas partes, van entrando lentas y se quedan.

No dependen de guías misteriosas ni de perdones. De amores épicos tatuados en piedra, pagados con sangre. Deslavados y mal puestos en repisas polvosas. El cariño se construye con sinceridad, con cercanía, compartiendo y diciendo, los afectos se renuevan o se archivan, hermosos pero lejanos. Hay veces en que nos gustaría, en lugar de decir, esconder directamente nuestra cabeza entre los cabellos de alguien, dormir sobre un pecho que huela a durazno, escuchar un cuento entre sueños, despertar abrazando. El amor se ejerce diario, todo el tiempo. Con el propio cuerpo, deslindándonos y dejando ir, diciendo bienvenidas.

De ahí que, más allá de la vanidad inevitable, cada vez me importe menos si mi cinturón combina o si me expreso, camino y bailo como camionero ebrio. Si he de ganar afectos no será bamboleando la cadera ni pretendiendo ser alguien que no soy. De ahí que el tema fuera grande, paradas entre gente con armatostes de identidad superpuesta. ¿Quién eres? ¿quién soy? ¿No es más rico encontrar nuevos cuentos que creernos lo que nos quieran contar? ¿no es preferible encontrar algo escondido que formarse en la fila de la comida rápida?

Basta de fórmulas. Así soy, quiero y desquiero, amo y odio. Pero soy. Y cada vez más segura.