septiembre 24, 2007

Puedo ver

Fabién dice, con razón: El amor es como el tocino, el cigarro o el café. Nos hacen felices aunque los sepamos dañinos. ¿Por qué no asumir el daño de entrada? ¿Por qué amar esperando que sea inocuo? Esta esperanza implicaría querer solo lo bueno, contar las nubes pasando sin que se queden. Los mundos sin lluvia no son fértiles, nomás. Aunque tengan muchas figuritas por adivinar.

¿Creer en el destino salva de ahogarse en las tormentas?
¿Se puede creer en lo "meant to be"?
¿La casualidad o la causalidad?

¿Hasta dónde creer en los milagros del amor?

Respuestas, por piedad...

septiembre 06, 2007

600 km

Superando líneas discontinuas, curvas, niebla, lluvia y calor de locos. Parecía tan difícil abrazarme. Fue tan fácil regresar a Veracruz (sin acento, aprendo). De pronto me distrae el mar que se enoja con las tormentas, por ratos logré cantar con tus manos en el volante y mi voz retando tolerancias.

Luego el sol y el fresco, de pronto mas y más metros, de ida y vuelta entre los pueblos diciendo tonterías, comiendo porquerías, asombrándome con todo. Enfrentar una cascada que nos obliga al silencio es a veces más difícil que enfrentar lo que pasa cada día en nuestros laberintos racionales. Mirar al otro y saber que para encarar esto no se puede estar acompañado, aunque lo mires haciendo un abrazo.


Así nada más viajando tan pocos kilómetros me acerco, me reconozco. Sé quien soy y dónde estoy parada. La distancia aclara dudas y las dudas matan distancias; me recuerdan cómo desempolvar ese eje, aceitarlo y ser, de nuevo anclada a lo que quiero sentir. Y parecía tan difícil.

Da lo mismo cómo se manifiesta la suerte y sin desentrañar misterios el tiempo pone y quita, da vueltas, acomoda y trae palabras. Cierto que todo cae por su propio peso, pero solo si dejamos de resistirnos. Lo demás es dejarse hacer, dejar de pensar y la congoja desaparece. Siempre hay algún lugar para volver a no ser nosotros, siempre algún afortunado que puede elegir entre la ciudad o la selva, camas, casas, arraigos. Bloques de cemento o mar.

Y vivir así nomás, sin tanto pedo, observando raíces; sabiendo que es posible. Como las Cumbres de Maltrata de bajada con lluvia y niebla, como la carretera de Puebla, como la confianza y los terremotos de bienestar que nos sacuden cuando los ganamos. No se trata de hacerlo bien, se trata de hacerlo completo, de ser franco, frágil o fuerte, uno. Y así somos, muchos. Y en nuestras y otras manos.

Qué bien se siente ser.