febrero 11, 2008

Perdido el hilo

La princesa busca palabras nuevas que la inventen. En este mundo nuevo llueve todo el tiempo, las mandarinas son mas dulces, no le ajustan los vestidos -nunca se secan- y mas preguntas tienen respuesta. Las noches ya no seducen a nadie, se han vuelto la cara de esa sonrisa amarilla que muestra burlona los dientes, llena de malicia y estrellas.

Poderes desterrados. Antes podía soportar erguida la peor tormenta, sonreír sin causa, flotar sin corrientes y nunca comprender. Orgullosa se quitaba los guantes para cerrarle los ojos a los malos amantes y no se preguntaba si creer en el amor porque comía la vida de otros alientos. Implacable ante las fallas, digna hasta la muerte. Hasta que la muerte llegó con las primeras gotas.

Ningún abrazo arma ya el rompecabezas, las letras cuestan y una por una van cobrando con justicia lo que tiene que decirse; hay que decir que el destierro fue el fin del cuento y que ese cuento dice la verdad. (¿y que me llevan los mil demonios?)

Salir del limbo requiere que alguien imagine una continuidad. O que la historia siga construyéndose con pasos, aunque sean pesados y no tengan triunfo garantizado. No hay reino ni destierro porque lo olvidado no tiene un opuesto, las sombras necesitan a su objeto y los trazos un primer punto. Un nodo, hay que buscar un llano que -como los de Rulfo- no tenga nada en donde descansar los ojos, saber que los guantes son lindos pero nos esconden las manos y jugar con el horizonte para ganarse la brisa subiendo lo mas posible y poder caer para matar el miedo al salto. Hay que matar a la princesa antes de que el mundo se la coma con su miedo y sus misterios y enseñarla a jugar sin reglas.

Hay que quitar el miedo. Como dice el hortelano, saber que si tenemos pena o si no nos gusta perder nacimos en el mundo equivocado. Rechazados somos siempre, un poco refugiados y malditos, dueños e indispensables.

Este lugar no es un reino porque carece de fronteras y juega con la verticalidad, cavando y levantando pisos o jardines, recibiendo lluvia y dejando que las gotas pinten líneas desde las tejas hasta el piso. El miedo va a tener hambre cuando termine de comerse a la princesa y la mujer fugitiva decida ponerse un nombre. Las escaleras y los pozos vencieron sobre las puertas en un mundo de lodo y nubes. Basta de flotar cándidamente en el medio, ondeando tules suaves que nadie puede tocar.

Y sigo deseando lo inesperado, pero también quiero comer frutos que sembré sin que nadie me los traiga. Este nuevo mundo es de debilidad, muerte y comienza con convulsiones amenazantes.

Entiendo que poner de mí lo que espero a cambio es un trato justo. No asumir ya nada sobre nadie, ni que se crean cosas de mí. Harta de las adivinanzas y los misterios prefiero buscar y responder. Idiomas que no entienda va a haber siempre, quiero aprender nuevas palabras y no olvidar, para oponer este mundo recién descubierto con el siguiente, en otro tiempo, y saber con que me quedo de los dos para fundar el tercero. O el décimo.

Perdida la princesa, encontradas madeja y magia. A tejer.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Órales, ta chido y bien intenso...

hortelano dijo...

Madeja ha sido, desde hace mucho, mi palabra favorita.

Aunque debo decir que la frase original era distinta: El que teme a equivocarse es el primero en haber nacido en el mundo equivocado. Primera gran equivocación. (La de aquel).

Pero bueno. Bienvenida la magia. Espero que la niña fugitiva se encuentre el nombre de mujer.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Princesa, hablas de un nodo y de una madeja encontrada. Me acordé de una bonita leyenda que versa sobre un rey y el escudo de una ciudad. El Wiki me echó una mano. El lema de Sevilla consta de dos sílabas y entre ellas una madeja de hilo (NO8DO): la expresión fonética sevillana de la frase “No me ha dejado”. Según la leyenda, hace referencia a la lealtad que mantuvo la ciudad al Rey Alfonso X el Sabio en la guerra contra su hijo Don Sancho en el Siglo XIII. Este reino, no como el tuyo, sí tenía fronteras. Quiero pensar que el Sabio, tampoco quiso olvidar y prefería seguir tejiendo otros mundos.

Lahetaira dijo...

¡Y cómo cuesta recuperar los puntos perdidos, pisar sobre la tierra, asumirse ser humano!

Un beso.

Sergio Lara dijo...

En realidad todos somos desterrados, supongo que mucho de lo que habla pertenece a una aventura que desconosco y que por ende es bastante profunda, grandes palabras para grandes sentimientos.

felicidades, un beso y un fuerte abrazo.